La mayoría de los actos humanos están dirigidos a un fin, es decir, dirigidos al cumplimiento de una meta o a la satisfacción de deseos. Ocurre, muchas veces, que estos deseos o metas sean truncados. Es común, a partir de este truncamiento o interferencia de nuestros fines, que la frustración nos embargue.
También ocurre que nos hemos puesto una meta o que queremos satisfacer nuestros deseos y, en el proceso de lograr nuestros objetivos, nos creamos expectativas o esperanzas falsas. Por ejemplo, los miembros de una pareja que contraen mutuos compromisos matrimoniales. Los mismos se han puesto metas, han creado toda una red de expectativas en torno al nuevo compromiso, pero ocurre que, al cabo de un tiempo, uno de los miembros de la pareja fallece. Todas las metas, deseos, incluso, las expectativas que generaron en torno a su compromiso matrimonial, se ven truncadas.
Se pudiese decir que no queda más cosa que hacer que afrontar la pérdida y resignarnos, pero esto no apunta a la raíz del asunto, y es que parece difícil para los humanos no imaginar el futuro y albergar sentimientos de esperanza con respecto a este. Aunque, independientemente de las expectativas generadas, la frustración parece inminente por el sólo hecho de no ver cumplida nuestras metas, es posible aminorar y superar la frustración si fundamentamos nuestra visión del mundo y tomamos decisiones en base a criterios más racionales.
Las expectativas o esperanzas que tenemos de que un evento ocurra o de conseguir lo que deseamos, están basadas en las posibilidades de que un evento se dé. Debemos recordar que existe lo empíricamente posible, lo técnicamente posible y lo lógicamente posible. Lo empíricamente posible es aquello que no es contrario a las “leyes” de la naturaleza, lo técnicamente posible es aquello que no solo no es contrario a las “leyes” de la naturaleza, sino que además estamos en capacidad de hacer y lo lógicamente posible es aquello que no entraña autocontradicción.
Es muy común que se pasemos esto por alto, y que esperemos que en invierno no llueva, o que esperemos volar a la luna y hospedarnos allí algunos días o que esperemos por ahí, un día, encontrarnos con un círculo cuadrado que nos revele todos lo que nos es secreto.
Lo que digo es que no debemos esperar más de lo que es posible o de lo que nos es posible lograr. Es común, generar expectativas sobre lo que no hemos trabajado. La esperanza se construye, se trabaja.
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